lunes, 3 de diciembre de 2007

El Lado Oscuro De La Fuerza

Para alcanzar un objetivo o superar cada uno de los obstáculos que se nos van presentando en la vida, necesitamos de esa fuerza interior que nos impulsa y motiva a alcanzar nuestro propósito, enfrentándonos a los retos sin dejarnos vencer, evitando la salida fácil que es renunciar.

Pero hay que ser realistas, quién no se ha quedado a medio camino, maldiciendo con todo su ser y gritando a los 4 vientos: “¡No tengo fuerza de voluntad!”



La fuerza de voluntad no es una característica con la que las personas nacemos o no nacemos, es una cualidad que se puede desarrollar con un poco de enfoque y esfuerzo pero una vez ejercitada contribuye al desarrollo personal y aporta grandes satisfacciones.

"Entre los muchos poderes internos del ser humano, destaca por su importancia el inmenso poder desaprovechado de la fuerza de voluntad", escribió hace 25 años el psicólogo italiano Roberto Assagioli.

"La voluntad disciplinada es un arma formidable", añade Alan Marlatt, psicólogo que está llevando a cabo estudios sobre la forma en que la fuerza de voluntad ayuda a las personas a romper los malos hábitos y a cambiar su vida.

La fuerza de voluntad, aplicada hacia un propósito positivo nos ayuda a enfocar los pensamientos en el futuro. Cuando se acumulan los problemas y dificultades, uno debe imaginarse a si mismo alcanzando sus metas; esto lo estimulará a seguir adelante.





Según James Prochaska existen cuatro etapas en el proceso de un cambio de conducta:

1.Precontemplación (resistirse al cambio)
2.Contemplación (ponderar los pros y los contras del cambio)
3.Acción (ejercitar la fuerza de voluntad para llevar a efecto el cambio)
4.Sostenimiento (activar la fuerza de voluntad para apuntalar el cambio)

Si tomamos en consideración lo que nos dice Prochaska muchas personas como yo somos simples contempladores. Por ejemplo sabemos que no debemos comer más chocolate, pero nos comemos uno mientras meditamos en ello.



Tal vez nunca pasemos de la contemplación a la acción. Como sabemos que podemos retormar el intento, siempre lo dejamos para después, mejor hay que fijarse una fecha límite para concentrar y poner en marcha nuestro esfuerzo.

Los objetivos que uno desea alcanzar deben ser muy específicos porque está comprobado que obtienen mejores resultados quienes especifican mejor sus metas. Fíjese objetivos muy específicos. En vez decir “voy a hacer más ejercicios” mejor diga “todas las mañanas voy a caminar durante 45 minutos”. Hay que tener fe a la causa. Si hace ejercicios sin convicción porque no ve resultados hay que recordar que no basta desear para lograrlo.



Tratar de ser paciente es la clave. La fuerza de voluntad no se adquiere de la noche a la mañana. Se logra paso a paso y muchas veces hay recaídas. Se debe averiguar que ocasionó el tropiezo y redoblar los esfuerzos. Lo bueno es que con cada victoria, nuestra voluntad se hace más fuerte y se aumenta la confianza para emprender otros propósitos.

Cuesta ponerla en práctica con eficacia pero si uno logra ser constante ganara un sentimiento de bienestar y se planteará metas cada vez mas elevadas, y si son realistas y realizables, aportará una mejora continua en el crecimiento personal.



Pos como dicen por ahí: ¡Hay que ponerle huevos!

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